BOB BERDELLA - Asesino en serie - Uno de los más sádicos.
Actualizado: 2 jun 2020
Bob Berdella también llamado el Carnicero de Kansas, nació en 1949 en Estados Unidos. Tuvo una infancia dura, su padre murió cuando él era muy joven y nunca aceptó que su madre se fuese a vivir con otro hombre.
Robert (Bob) consiguió su primer trabajo siendo adolescente, pero a los pocos días de empezar fue violado por uno de sus compañeros. Fue ahí cuando Bob empezó a sentir "atracción y odio" por otros hombres.
El aún joven Bob Berdella comenzó a alejarse del mundo, se pasaba las horas encerrado y alimentando sus nuevos pasatiempos: el cine y la fotografía. Una de las películas que más le impactó fue El Coleccionista, película que empezó a darle ideas que después usaría él mismo para sus macabros crímenes.

Bob Berdella cuando empezó sus estudios universitarios en la escuela de Arte,
estudios que abandonaría rápido.
Tuvo varios trabajos, hasta que acabó montando su propio negocio. Un bazar dedicada al ocultismo donde vendía todo tipo de productos. Robert tuvo varias relaciones largas con hombres, sobre todo una que duró varios años. Fue al terminar esta cuando empezó a llevarse a casa a prostitutos a quienes les pedía que se quedaran con él y les prometía que les ayudaría a enderezar su vida y sacarlos de la calle. Gozaba de una vida tranquila, un negocio que le daba un sueldo para vivir sin demasiados agobios y el reconocimiento de los vecinos de su comunidad, quienes lo veían como un hombre bueno y trabajador.
No se sabe cuál fue el detonante exacto por el cuál Bob Berdella comenzó a asesinar, pero todo apunta a que fue por un asunto económico. Todo comenzó tras una discusión con Jerry Howeel -su amigo-, quien no quiso pagarle una deuda que tenía con él. Unos días después le dijo de quedar para tomar algo y una vez en su casa le administró una serie de calmantes dejando a Jerry inconsciente. Bob Berdella aprovechó para atarlo fuertemente a la cama y, pacientemente, esperó a que despertara. Una vez despierto, Bob empezó a penetrarlo con violencia, el pobre hombre estaba totalmente a su merced. En un acto de demencia y frenesí, incluso le desgarró el ano brutalmente introduciéndole un pepino.
Bob Berdella salió a trabajar y dejó allí a Jerry sangrando y atado a la cama. No acabaría aquí la cosa. Una vez que terminó de trabajar, le volvió a inyectar una serie de calmantes y, de nuevo, aprovechó que estaba dormido para colgarlo del techo con la cabeza hacia el suelo. Bob era un gran coleccionista de cuchillos, empezó a probar todos con la piel de Jerry. Lo que más le gustaba al demente de Bob era masturbarse mientras veía como la sangre de Jerry (su amigo) corría por su cuerpo hasta caer directamente al suelo.
Bob había vivido toda su vida sin saber qué era tener el control en nada, pero ahora él era el dueño total de la situación. Los cortes a Jerry cada vez eran más profundos, aun así, este no tuvo la suerte de sufrir un paro cardiaco a consecuencia del dolor. Bob ya no se divertía cortándolo, sabía que su amigo pronto moriría, así que quería darle un buen final a su "obra". Este final fue, ni más ni menos, que traer una sierra eléctrica para mutilar hasta la muerte a su amigo. Lo curioso es que la muerte no se produjo por la sierra, al acercar el motor de la sierra a los oídos de su víctima, éste empezó a vomitar hasta que se ahogó con su propio vómito.
Bob no disfrutó con este final. Estaba molesto, según él, su amigo no debería haber muerto así.
Antes he dicho que Bob era un amante de la fotografía y el cine, para él este asesinato fue como su "primera película", no sería la última y, además, se encargó de fotografiar todas las "escenas" de la muerte de Jerry Howeel.
Uso la sierra para desmembrar el cadáver y meterlo en bolsas de plástico, el camión de la basura hizo el resto.
Su carrera criminal acababa de empezar, al contrario que otros asesinos en serie, Bob Berdella empezó a lo grande, directamente asesinando al que hasta entonces había sido su amigo. Aunque es cierto que también tuvo algún que otro problema menor con la justicia por tenencia y consumo de drogas.
A partir del primer asesinato, su vida cambió radicalmente. Ya no pensaba en nada, ni siquiera en su negocio, no hacía otra cosa que recordar y gozar de todo lo que había experimentando matando a aquel hombre. No podía parar de ver las fotos de la tortura y de masturbarse compulsivamente con ellas.
Filmar películas Snuff en las cuales él mismo era el protagonista y verdugo era lo único que ahora tenía sentido para Bob. Y no esperó mucho para la segunda parte. En esta ocasión, su segunda víctima fue una de sus exparejas. Fue por esto por lo que no le fue difícil preparar el escenario para atraerlo. Sheldon (así se llamaba su ex) fue a su casa pensando que Bob quería retomar la relación, pero lo que se encontró allí fue la tortura y su posterior muerte.
El modus operandis fue el mismo que la vez anterior, Bob Berdella lo drogó con tranquilizantes en la bebida, luego lo ató a la cama, preparó su cámara y empezó a grabar. Berdella quería probar "nuevas torturas" por lo que decidió inyectarle en los ojos un producto que tenía en casa cuyo uso era para desatascar las cañerías, lo hizo, simplemente, porque quería ver qué pasaba en sus ojos. Todo esto mientras no paraba de grabar y fotografiar. Lo siguiente fue reventarle ambas manos con una barra de hierro que le destrozó todos los huesos. Sheldon estuvo varios días a su merced, pero, por suerte, una mañana alguien llamó a la puerta y Bob, por miedo a que lo descubriesen, decidió matarlo asfixiándolo con una bolsa de plástico.
Su tercera víctima fue otro de sus amigos, Mark Wallace. El plan era exactamente el mismo que las veces anteriores, pero Bob Berdella, en un intento de probar nuevas experiencias, decidió electrocutar a su víctima. Bob cometió un error de cálculo y se pasó de voltios, el resultado fue que Mark murió al instante. Esto le hizo enfurecer ya que no había podido obtener buen material audiovisual de él.
Su cuarta víctima fue James Ferris y tuvo aún más suerte que la anterior, y es que el tranquilizante usado para dormirle fue demasiado potente y le provocó la muerte al instante. ¿De cuántas torturas e insoportable dolor se libró James Ferris?
Bob acumuló muchísima rabia por estos dos últimos casos, sobre todo por el de Ferris, quien había muerto sin dolor alguno. El dolor para él era la clave del arte y de sus películas. Al espectador, según Berdella, le gustaba observar el sufrimiento en terceras personas, y él se los ofrecía puro, real, sin interpretaciones ni efectos especiales.
Toda la frustración anterior la pagaría con su nueva víctima. En esta ocasión no iba a fallar. Esta vez estaba dispuesto a proporcionar todo el dolor que su macabra imaginación le permitiese desarrollar. Su nueva víctima fue Todd Stoops, un antiguo amigo de Bob Berdella quien, curiosamente, sospechaba de él por las desapariciones que estaban ocurriendo en la zona. Aun así, él cometió el error de ir a su casa. Era un hombre más joven y corpulento que Bob, por lo que no le daba ningún miedo. Se arrepentiría de ello.
Bob lo estaba esperando, llevaba consigo varias inyecciones cargadas con potentes sedantes. Eran somníferos para animales, pero esta vez mucho mejor preparados que en el caso anterior. Poco después de cruzar la puerta, Todd fue atacado y sedado. Al despertarse, ya estaba en una cama y tenía al que sería su asesino sentado en una silla, esperando pacientemente para empezar a divertirse con él. Bob Berdella sodomizó a Todd día tras día durante semanas, no ya con un pepino como a su primera victima, sino con todo tipo de hierros e incluso su propio puño. Volvió a inyectarle desatascador de cañerías en los ojos y también se lo echó en las cuerdas vocales quemándole toda la garganta. Esto hizo que los gritos de Todd, descrito por el propio Bob Berdella, fuesen suaves y preciosos a partir de ese momento. Su película estaba siendo "un éxito para él y él estaba disfrutando como un niño de ello". Ninguna víctima anterior aguantó tanto como Todd, era un hombre fuerte y joven, esto ayudó a que su organismo resistiera torturas durante semanas. Incluso Bob estaba sorprendido por lo resistente que puede llegar a ser un cuerpo humano. La muerte tardó en llegarle, pero fue la única forma de encontrar paz para el joven Todd Stoops y librarse, al fin, de las manos de su asesino.
El éxito de su última grabación no frenó el ansia de Bob, para entonces ya tenía una colección inmensa de material fotográfico y de vídeo, pero quería más. Esta vez no eligió a un amigo (seguramente ya no le quedaban). Recurrió a un prostituto a través de un anuncio en el periódico. Su nombre era Bryson, quien fue a su casa para hacerle un servicio sexual. En esta ocasión, Bob no necesitó aplicar calmantes pues, en un principio, Bryan aceptó ser atado como una forma de juego sexual. Pronto vería que aquello iba más allá de un mero juego. Bob empezó a sodomizarlo, al principio Bryson mostró cierta satisfacción con ello, esto le encantó a Bob. Pero pronto la sádica imaginación del cruel asesino hizo que Bryson empezara a temer por su vida. El pobre hombre, atado y sin posibilidad de moverse, comenzó a gritar pidiendo ayuda y Bob, aún con la cámara encendida, decidió enseñarle a Bryson todas las fotos y vídeos que había grabado él mismo de sus anteriores víctimas. Lo único que pretendía era captar con su cámara su rostro de pánico y terror.
Berdella había comenzado con su macabro ritual, sin dejar de grabar, comenzó a echarle alcohol en los ojos y a soltarle descargas eléctricas. Tras esto y con la cámara apagada, le dijo que si accedía a ser su esclavo sexual, al contrario que a los demás, lo dejaría con vida. Bryson, inteligentemente, empezó a seguirle el juego. Intentó complacerle y hacerle ver que él era distinto a sus anteriores víctimas, que de alguna manera entendía su arte. Quizás fue por eso por lo que Bob, tras cuatro días de interminables torturas, le dio ciertos privilegios como desatarle de una mano y darle un cigarro para que fumase.
Bryson esperó el momento perfecto (Bob había salido un momento de casa) para desatarse y tirarse por la ventana de la habitación. Era un segundo, por lo que la caída le fracturó uno de los tobillo. Desnudo, débil y casi sin poder caminar, consiguió escapar y llegar hasta la comisaría más cercana, donde denunció los hechos.
Las autoridades rápido fueron a por Bob y descubrieron todas sus torturas que él mismo tenía minuciosamente grabadas. Fue condenado a cadena perpetua, aunque sólo cumplió cuatro años de cárcel pues murió de un paro cardiaco a los 43 años. En la cárcel, Bob se quejó de que los guardias no querían darle su medicación para su enfermedad cardiovascular. Murió al poco tiempo de esto.
Jamás se arrepintió de lo que hizo.
Para él todo aquello fue simplemente arte.

Bob berdella, ya en la cárcel, siendo interrogado por sus crímenes.
Su actitud siempre fue desafiante y tranquila.