Golpes de realidad
Actualizado: 17 ago 2021
Eran algo más de las doce de la noche,
estaba sentado en el váter
pensando en lo efímera y volátil
que es la existencia humana.
Entre mis pies apoyaba un vaso
de whisky, los hielos habían
perecido hacía ya más de una hora.
Terminé de cagar, me limpié el culo,
agarré el vaso y me asomé
por la ventana de mi habitación.
Tenía buenas vistas,
mi ventana daba a una concurrida
plaza que siempre estaba llena.
Los miré a todos desde arriba,
me sentía bien escondido de ellos;
entre las alturas, entre las sombras.
No entendía por qué,
per ver a tantas personas
deambulando por allí me pareció
una imagen sumamente triste.
Levanté mi vaso
y los miré a través del whisky,
todo cambiaba cuando
los observaba a través de él.
La imagen seguía siendo la misma,
pero el color anaranjado
les daba un precioso toque
de realidad y nostalgia.
Funcionaba, ahora todos ellos
parecían interesantes.
Era como si estuviese observando
una Plaza Veneciana de 1960
en una noche otoñal
llena de hombres y mujeres
con vestidos de época, sombreros,
gabardinas y paraguas en mano.
De repente vi cómo el sintecho de abajo,
descalzo y con su camiseta rota,
apilaba un par de cartones
en una de las esquinas preparándose
la cama donde pasaría la noche.
Me sentí como un estúpido,
me di asco y vergüenza ajena,
rápido aparté el vaso de mis ojos
y me lo bebí de un trago.
Uno no debe maquillar el mundo,
son estos golpes de realidad
los que nos lo recuerdan.